Un día podría irme, fugazmente,
silenciosa, en calma. Todo seguiría su curso. Ninguna vida se detendría a ver a
pasar la mía. Miraría, nada estaría quieto. Continuaría… Vidas ajenas. Vidas
paralelas. ¿Vidas desdichadas, tristes y melancólicas? No. Yo al final de la
senda. Ellos a mitad del túnel. Yo inservible, sin misión. Ellos triunfantes,
poderosos. Yo nada. Ellos todo. Yo leve niebla y ellos los rayos de sol que se
superponen. Todo es frío, oscuro, triste, sin color. Inexpresable al mundo, el
mundo no me escucha. Odiando cada parte de mi ser, odiando todo lo que sale de
él. Dulce colibrí de colorido amor con las alas rasgadas, desquebrajadas,
destrozadas en mil pedazos. Amando lo que me rodea sin nada a cambio.
Inevitable desolación. Inevitable desprecio. Abandonar el suelo, mi deseo.
Desaparecer sin nunca haber aparecido. Sin belleza aparente, destruida por
dentro. Apreciada por pocos, asqueada por muchos. Juguete roto, destrozado,
inservible, con el que pocos o ninguno a jugado. Sonrisa de plástico para un
corazón de frágil cristal. Demasiado sufrido para tan poco vivido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario