sábado, 17 de marzo de 2012


Camino hacia la puerta, es la entrada a otro mundo. Entro, la música resuena en mis oídos, mi corazón se acelera, mis pupilas se dilatan y mis labios esbozan una sonrisa.


Los cuerpos prietos se mueven, todo a un mismo compás. Bailo, no puedo parar, el ritmo se apodera de mi ser. Noto que me observa. Nuestras miradas se cruzan, bailo para él. Se acerca y me rodea con sus brazos por la espalda, nos movemos juntos, parecemos un solo cuerpo en medio de la pista. Cada vez me abraza más fuerte, como si no quisiera soltarme nunca, y de pronto, nos besamos. Todo lo que había sentido al cruzar el umbral se multiplica por tres, las decenas de personas que hay a nuestro alrededor desaparecen, solo importamos nosotros. “Solo TÚ y YO”, me susurra dulcemente al oído. Y es entonces cuando saboreo el dulce sabor de la libertad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario